viernes, 18 de septiembre de 2009

Contraportada: 'Avante'



Foto:Carlos Puga

Laura López, El Salvador. Añadir imagen

Canta el gallo en San Salvador. Son las cinco de la madrugada y por cosa del desfase horario no puedo dormir. Escucho el familiar canto y sonrío. Hace rato ha llovido mucho y el agua ha caído pesada sobre el tejado de Los Pinos, un hotel "con encanto" que diríamos allá por entrañable y acogedor. Estrella, Eva y yo dormimos en una especie de habitación única en lo alto y los chicos abajo. Para llegar a nuestras habitaciones hemos tenido que atravesar un patio descubierto cuando caía una cantidad de agua importante. Ahora, en la cama sin poder dormir, recuerdo la llegada al país a eso de las seis y media de la tarde después de esperar tres horas en Costa Rica por el enlace.

Nos las prometíamos felices tras los trámites aduaneros pero en la cinta del equipaje las maletas agaresianas no aparecen. Ni aparecerán. Resulta que quedaron ya en Madrid así que comienza un nuevo papeleo en aras de su pronta recuperación. Nos dicen que tal vez al día siguiente llegarán y, sin más, el calor del Salvador nos abofetea con toda su humedad de país caliente. Conocemos a Joel, el responsable de Amigos da Terra aquí, a Ingrid y a Nicolás, jóvenes que también trabajan en la asociación y que se convertirán desde entonces en nuestros compañeros inseparables.

El aeropuerto dista unos 30 kms de la capital. La noche está preciosa camino de San Salvador por una carretera que no tiene alumbrado público pero ya iluminan bastante los rayos de la tormenta que se avecina. Y así es, entramos en la ciudad de más de un millón de habitantes (el pico es imposible de cuantificar, según nos cuentan) y comienza a llover. A llover mucho. A llover torrencialmente. De hecho, nos bajamos de los coches ya de noche, protegidos por un enorme plástico negro que cubre a su vez nuestro exiguo equipaje de mano.

Nos registramos en el hotel y cenamos en una cercana parrillada uruguaya. De fondo, suena Rafael y comemos pollo con cachelos. Es divertido. Más cuando se va la luz (gracias Rober por la linterna).

Cansados, nos dormimos pronto (bueno, los que pueden, como ya ha quedado reflejado al comienzo).

Nos da la mañana con ducha fría y desayuno de café, sandía, huevos revueltos con tomate y pan. Partimos hacia La Unión, pueblo al oriente del país ya en el Golfo de Fonseca. Nuestro trayecto discurre por la panamericana entre cerros de una exuberancia que impresiona. En la carretera, muchos pick-up con gente en la parte de atrás, autobuses de colores, venta de alimentos en ambas orillas. Hasta maíz dispuesto a lo largo del asfalto puesto a secar de es4te modo aprovechando el calor del alquitrán. Y paramos el coche porque pasan una veintena de vacas. Y la estampa se me asemeja a la India. A veces pasa esto, verdad? En un rincón del mundo algo se parece a lo que ocurre en las antípodas.

En la Unión visitamos la fábrica que Calvo tiene aquí. En muchos aspectos recuerda a la de Carballo. En otros, no. Las mujeres trabajan con reaggeton de fondo. He visto como se enlataba a mano la ventresca del atún que se come en España e Italia. Me ha impresionado. Comemos con los directivos de Calvo, una comida espectacular (ganas de llevarme a la cocinera para Galicia): tortilla rellena y camarones gigantescos. De postre, una especie de flan de pan y plátano que nos hace olvidar por completo que seguimos sin maletas. Y eso que el documental necesita urgentemente un cable que viene en una de ellas.

Por la tarde conocemos a la gente de CODECA, la asociación que trabaja con Amigos, y nos vamos a la comunidad pesquera de los Jiotes para conocer a los pescadores que se han puesto sus mejores galas para recibirnos. Emociona un montón. Es un pueblo muy pobre y muy educado con nosotros, intrusos que los grabamos, fotografiamos, acosamos...

Y nos cuentan que el trabajo de Amigos da Terra es fundamental pero nos cuentan también que pasan hambre, que no les alcanza porque ya no hay tanto pescado como antes. Manos, cara y corazón curtidos. Por el sol y por los círculos invisibles y sutiles en los que habita la pobreza. Y preguntan cómo está la cosa en España. Y me acuerdo de un mariscador de la ría de O Burgo que en una manifestación por el estado de la ría gritaba: "¿Qué comemos, políticos? ¿Qué comemos?" Pues no sé qué comeremos. Jairo, un pescador de 37 años me dice que, aquí, sus hijos, tortas de maíz y él, agua, que hay que pagar el combustible de las lanchas.

Un abrazo enorme, chicos. Está siendo muy especial.

10 comentarios:

  1. Seguid contandolo, porfa!! es genial!!Bicos a tod@s.Pati

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  2. Espero que os lo esteis pasando genial, nosotros seguimos a la espera de nuevas crónicas! bicos

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  3. esto promete. Espero que disfruteis mucho de esta aventura, que nos mantengais al día y que recupereis pronto las maletas.
    Vio

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  4. solo te digo que me acabo de emocionar...
    un beso enorme de pato!!!!!!!!!

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  5. Me ha gustado mucho leer tu crónica, porque nos hace ver el lado más humano de vuestras vivencias personales. Saber que estáis encajando bien en este viaje (salvo cosas puntuales como ese pequeño insomnio o el problema de las maletas) es muy reconfortante. Y Laura te recomiendo una cosa por propia experiencia en Ecuador. No te agobies si ves que el rodaje del documental va más lento de que te gustaría, o si te das cuenta que te han quedado cosas atrás que te gustaría contar. Al final, todas las piezas encajan y tendrás un material precioso entre manos. Un besazo. Álex.

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  6. Canta el gallo en San Salvador
    y comienza a llover. A llover mucho. A llover torrencialmente.
    mañana con ducha fría y desayuno de café, sandía, huevos revueltos con tomate y pan.
    muchos pick-up con gente en la parte de atrás
    Y paramos el coche porque pasan una veintena de vacas.
    seguimos sin maletas.
    visitamos la fábrica que Calvo tiene aquí.
    Las mujeres trabajan con reaggeton de fondo.
    A veces pasa esto
    En un rincón del mundo algo se parece a lo que ocurre en las antípodas
    Es un pueblo muy pobre y muy educado
    Manos, cara y corazón curtidos
    ¿Qué comemos?
    sus hijos, tortas de maíz y él, agua, que hay que pagar el combustible de las lanchas.


    Gracias, Laura, por llevarnos a todos a la bahía. No nos sueltes. Sigue, avante, contando.
    (Ro)

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  7. GRACIAS CHICOS POR MOSTRARNOS ESE DÍA A DÍA QUE NO SALE EN NINGUNA GUÍA DE VIAJES Y SOBRE TODO POR REFRESCAR NUESTRA MEMORIA Y RECOGER ESOS VALORES QUE SE HAN PERDIDO POR EL CAMINO...
    ANIMO Y GRACIAS
    OLI

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  8. Me acabo de quedar flipada con todo lo que acabo de leer: ME ENCANTA que bueno de verdad me estais recordando mi viaje a Ecuador y eso hace que os lea con un cariño especial. Suerte y pa lante.

    Muchos besos

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  9. Muchos ánimos desde Sanci. Me gustó mucho tu crónica.
    Fabio

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  10. Sencillamente, impresionante. Muchas gracias, chicos, por hacernos vivir durante unos minutos en El Salvador. Un beso,
    NATALIA

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